domingo, 13 de noviembre de 2011
domingo, 10 de octubre de 2010
¿Dónde está Alicia?
El gusto es una construcción, de eso no hay duda. Constantemente, al escuchar en el viento voces graves y agudas que pronuncian algo relacionado con lo que se denomina “normal”, un escalofrío me persigue, el corazón bombea más de lo habitual y los sentidos se multiplican. ¿Normal? ¡No es normal! Esa extraña cuota de moral pop que toca a todos los individuos en la misma tecla. Dioses en tierra, moralistas en los cielos. La historia cíclica, poniendo fichas tras fichas en una edificación que no sabe hasta donde podrá llegar. La arquitectura de un mundo “normal”, que avanza o retrocede según diversas perspectivas, que se reconfigura, se desarma y se vuelve a armar. Nunca podremos despegarnos de
[1] El mito de Sísifo (Le mythe de Sisyphe) (1942)
[2] Véase “Patas para arriba. La escuela del mundo al revés, Siglo Veintiuno Editores, México, 1998. Galeano, Eduardo
domingo, 3 de octubre de 2010
Límites indestructibles
El tiempo parece detenerse cuando tropezamos en algún recuerdo perdido en las casillas internas. La arena no cae, la aguja no se mueve dejando un naranja enceguecedor, un sol en coma, la esencia de Borges congelada. El recuerdo vence la moral, acercándose lentamente de la mano con tonos de perfección. ¿La perfección existe? ¡Por supuesto! La mezcla de eternidad contemporánea, donde unos pocos minutos o segundos son completos, un sin fin de unidades funcionales para dejar una huella dentro nuestro. La memoria es la evidencia de una vida[1]. Ahora, en este minuto, la metamorfosis entre lo que pasó y lo que pasa está presente. El mélange producido es parte de nuestra vitalidad, nuestra intención inconsciente de burlarnos del tiempo y de lo establecido: la revolución a-histórica temporal. Las esferas se cruzan, se chocan, se unen. Dentro de este orden, un sin fin de imágenes van apareciendo lentamente, completando el blanco que nos queda al cerrar los ojos. No solo pensaremos en esta imagen trillada, donde uno cierra los ojos y sonríe o llora mirando un cielo imaginario. ¿Dónde queda el “deja vu”? Algo sucede, y una suerte de “aura” nos rodea[2]. No vamos a conversar con Benjamin, ya que el “aquí y ahora” correrá por la experiencia previa de cada uno. Es interesante el momento o la sensación de empezar a recordar. Un recuerdo nos puede agarrar por sorpresa, como un ladrón de guante blanco que no deja rastro. Un cartel, un nombre, un número, una palabra o lo que repercuta dentro nuestro. Vivimos rodeados de disparadores de recuerdos, la lucha constante entre lo que pasó, lo que es y lo que vendrá. Es difícil poder manejar esta disputa constante. La melancolía se esconde bajo nuestra capa de los tiempos vividos, dejando como presas fáciles a aquellos conservadores nostálgicos, que se hunden lentamente en la arena que no cae pero envuelve, no poder diferenciar con claridad lleva a un daltonismo temporal, donde algunos se pierden con tanta luz, cargando un desierto que se expande: adiós a las fronteras.
Límites. El recuerdo también trae una suerte de metafísica que nos invade. Siempre la idea de “eternidad” se mezcla con un clima de religión, llámese “el descanso eterno” o “la vida en el más allá”. En el cliché descansan una suerte de instrucciones para recordar, una guía irónica que Cortázar pudo haberle pronunciado a “
El recuerdo nacerá de la nada, no necesita ser llamado o encargado, sino que simplemente aparece. Bajo nuestra cáscara, el tiempo deja de existir, nosotros gobernamos, creando nuevos panoramas internos: amos y señores, el momento donde somos libres condicionalmente, ahí entra el recuerdo, autonomía temporal, en la eternidad presente. ¿Te acordás?
domingo, 12 de septiembre de 2010
El ser y el todo - I
Pero,- ¿cuánto aguanta un corazón? Es elogiable cada paso, cada bocanada que uno logra producir con un interior desgarrado, pero vivo. No hablo de los cobardes Lacanianos, sino de aquellos que siguen, esperando o simplemente recayendo en algo similar a la fe para soñar que el cuerpo se irá reconstruyendo solo, sin ayuda de vendas y gasas, como si un sin fin de pequeños obreros céntricos experimentaran épocas de default, devaluación y riesgo interno, trabajando horas extras en la explotación constante que nosotros ejercemos sobre ellos: un ejército de reserva siempre presente para que podamos salir adelante (').
(')- [1] Si el ejército de reserva no existiese, podría llegar un suicidio interno/externo. En esta misma perspectiva, si ocurriese un paro general de nuestros diminutos obreros internos, uno podría colapsar y perder sentidos, emociones…