lunes, 7 de junio de 2010

Gozar 2.0

Vivir. ¿Qué entendemos por vivir? Ya cayó la tan conocida y explotada frase que tiró René Descartes mientras se fumaba un pucho; ya no pensamos para existir, ahora todo corre por gozar, la satisfacción manda. Innumerables autores, filósofos, pensadores; simplemente llamémosles intelectuales,- apuntaron hacia el motor de la vida, intentando resolver qué es la vida, cuales son los objetivos, los motivos y demás: tenemos que focalizar en las pasiones. Entonces entramos en el problema de que significa “vivir”. Si ahora gozamos para vivir, creo que la satisfacción queda lejos, nosotros estamos en la caverna mirando las sombras del placer, pensando que las tocamos, que las sentimos, pero quedan ahí flotando, son sombras, ilusiones en parte. Tenemos que combinar la obligación y el placer en veinticuatro horas,- cada vez que pienso en eso me viene la música de “Misión imposible” acompañando todo lo que trae un día de la vida. Miles de libros, de discos, de películas, de cervezas, de asados, de cigarrillos y cualquier encanto que le parezca van a quedar flotando en la nebulosa del condicional en los obsesivos, en un cajón de cuentas pendientes; los intereses podrían ser dolorosos. Hacemos innumerables cosas/obligaciones, pero entre ellas, están aquellas que remontan al ocio (no tomamos “ocio” como la búsqueda intelectual, sino como un sinónimo de diversión), pero no sé si logramos encontrarnos entre tanta luz artificial, creo que el placer también tomó un papel ficticio con colores de neón, bajo pantallas falsificadas, en un mundo que dejó de respirar. ¿Ché, no disfrutás? Sí, existe el placer de lo imprevisto, el de una mañana de sol, el de una charla llena de anécdotas- evitando toda esa cáscara que impone lo neo- una cápsula hipócrita repleta de banalidades con sonidos de máquinas y ultra-bajos que te atraviesan, lejos del recuerdo de una guitarra y una voz que podían desarmarnos. La luz rebota, la música atraviesa los cuerpos, volvamos a lo de antes, no propongo una contra hegemonía, un rechazo del hoy o una revolución retro; tan solo combinar lo que hace bien en el imaginario colectivo, buscando el goce real, eso que parece ficticio en tiempos donde lo virtual es todo y lo natural cae como si fuese arcaico.
Mirá el naranja de arriba,- ¡qué buena música la de las hojas en el viento! ¿Escuchás?

*(Feliz día del Periodista)

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